jueves, 19 de junio de 2014

¡Ay, Carmela!

En este trágico día para España, en el que se ha proclamado rey a Felipe VI, tan solo puedo dejar por aquí una pequeña escena de la película española ganadora de 13 Premios Goya, ¡Ay, Carmela!, dirigida por Carlos Saura, y creada a partir de la obra de teatro escrita por José Sanchis Sinisterra.

miércoles, 11 de junio de 2014

Una familia como Dios manda.

La Iglesia Católica me ha convencido: hay que tener una familia como la de Dios Yavhé.

Sí, sí, no lo digo a broma: la familia cristiana que muestra la Biblia es la única viable.

¿Que no? ¿Cómo que no? Puñetas, ¡sí! Hay que tener una familia como la que Dios quiere y manda. Sin dos padres, sin dos madres, sin padres o madres de forma soltera... ¿Qué guarrada es esa? ¡Eso no es normal! ¿Lo entendéis? ¡Qué asco!

La familia tiene que ser como la del Señor Jesús de Nazaret, ¡que no lo entendéis! En una familia decente, como la de Cristo, debe haber una madre virgen, un padre paloma siempre ausente y un hijo que es padre de sí mismo e hijo al mismo tiempo.

¡Eso es una familia normal y lo demás no es nada! 

Así que, mujeres, ya sabéis: empezad a utilizar la fecundación in vitro para tener un hijo o una hija con una paloma. 

¡Eso sí que es una familia como la que Dios quiere y manda! 

sábado, 7 de junio de 2014

España no le debe nada a Juan Carlos I

Últimamente, con asunto de la abdicación del Rey de España, Don Juan Carlos I, se está hablando bastante en los medios de comunicación sobre "el gran favor que le ha hecho a esta nación al llevarla a la Democracia" y sobre "lo mucho que le debe España que nos haya dado esta forma de gobierno, en lugar de mantenernos en la Dictadura, estando él al frente como monarca absoluto, u otra persona elegida por él".

Siguiendo esta línea, pongámonos en situación:

Persigo la igualdad entre varones y mujeres, y, por lo tanto, deseo que las mujeres queden liberadas de la opresión del sistema patriarcal en el que vivimos.

Ante esto, podría decir yo: "¡Eh, chicas!, mirad, podría estar fomentando el machismo y la misoginia, podría estar apedreándoros, podría intentar ligar con cualquiera de vosotras usando métodos coercitivos para luego poder llevaros a la cama sin usar preservativo y dejaros tiradas con una criatura de la cual yo no cuidaré, o simplemente para ser vuestra pareja e hincharos a bofetadas día tras día. Pero no; no estoy haciendo esto. Muy al contrario: admito que tengo ventaja, trato de desculturizarme todos los días y de esforzarme cuanto puedo para ceder privilegios, y me pongo en contra del patriarcado. Así que os estoy haciendo un inmenso favor. Por ende, me debéis una. Así que, venga, ya me estáis dando vuestras direcciones para ir a visitaros y que me la chupéis un rato, ¿eh? No os vayáis a creer que mi ayuda os va a salir gratis".

¿Os imagináis que pensase eso?  Sería horrible y, desde luego, de feminista no tendría nada. Básicamente, porque que yo sea feminista o no, no es algo que me debáis: es mi obligación moral, si quiero ser un ciudadano correcto y respetuoso.

Otra situación: hay personas que ganan mucho dinero, pero que, en lugar de defraudar al Estado o pedir que les bajen los impuestos, aceptan que vivimos en un sistema socio-económico sumamente injusto, que deja a muchas personas pasando hambre, y deciden pagar lo que tienen que pagar, a fin de mantener los servicios públicos y así contribuir a que se compensen las desigualdades. 

¿Os imagináis a estas personas diciéndonos: "Eh, que estoy poniendo el dinero; agradécemelo y devuélveme el favor poniendo el culo".

En fin, a lo que voy... El Rey no desempeñó un acto heroico. Su posición de traernos la Democracia en lugar de ponernos la más dura de las Dictaduras, no es algo que debamos agradecerle. Él debía actuar así, para ser un buen ciudadano, con un principio moral correcto. Era su obligación no mantenernos en el Régimen en el que el Estado español llevaba inmerso desde 1939.  Entonces, quede claro: España no le debe nada a Don Juan Carlos I.

Y dicho esto, solo añadir una cosa:

Ni Dios, ni Rey, ni amo.
¡Y que viva el pueblo!