El capitalismo puede cambiar de color:
Se piensa en muchos casos que el capitalismo es un solo sistema económico que se diferencia de otros como el socialismo, el fascismo o el comunismo. Muchas veces se han hablado de alternativas al sistema capitalista, incluso se repite miles de veces el sistema de economía mixto y se muestra el éxito de la economía de los países nórdicos así como se critica el imperialismo de EEUU y la economía planificada de la antigua URSS. Incluso ahora se está hablando mucho de un retroceso por el desmantelamiento del Estado del Bienestar en donde unos creen que vamos para la Edad Media y otros para el siglo XIX. No obstante, pretendiendo un análisis más a fondo, descubrimos que el capitalismo es un sistema flexible que puede adquirir diversas formas y camuflarse bajo diferentes colores. Pasemos pues a señalar las variadas formas que éste adquiere.
La forma más sutil y más amable del capitalismo lo vemos en los casos de los países nórdicos (el modelo escandinavo) donde los salarios son muy elevados y la economía parece muy estable, y que ahora Islandia se está sumando al carro. En este caso los beneficios se reparten entre la sociedad, aunque no llega a toda ella, por supuesto y por ello suaviza e incluso llega a encubrir la explotación, alienación y cosificación de los individuos que hay detrás de ello. Menos amable fue el capitalismo en épocas de bonanza en el resto de países europeos donde se implantó también el Estado del Bienestar. Llegando a este estado, el sistema capitalista se mantiene fuerte ya que prácticamente ha terminado con la resistencia comprando las conciencias ya que casi toda la clase trabajadora se le identifica con las clases medias debido a sus altos poderes adquisitivos, lo cual lleva a que necesariamente estén continuamente gastando en productos novedosos y muy atractivos pero inútiles en muchos casos. Se consolida pues la paz social, siendo la izquierda institucionalizada que, usando un discurso keynesiano, consigue absorber el descontento entre la clase trabajadora llamando a seguir a los sindicatos concertados y sentarse para negociar las condiciones de explotación por parte del patrón. No comentan, sin embargo, que este estilo de vida es extremadamente aburrido y bastante gente termina en la neurosis y el suicidio, por no hablar de una mayor garantía para la perpetuación de la explotación al haber una estabilidad notable..
Debemos ahora de diferenciar el liberalismo económico clásico y el neoliberalismo. El liberalismo clásico consistía más bien en una economía productiva y masiva donde la explotación laboral se notaba exageradamente. Adam Smith creía que los mercados no deben ser regulados por el Estado y que éste mismo en libertad corregiría sus propios defectos. La libre competencia era el motor del avance y las empresas privadas estaban a niveles más igualados. En esos tiempos, aún no existía un Estado que palíe o suavice de algún modo la condición miserable de los obreros y campesinos. Entonces, las instituciones solo se encargaban de las tareas represivas mientras adquiere una faceta demócrata. Los valores que se implantaron fue la libre competencia y la supervivencia el más fuerte, algo que se sigue manteniendo hoy en día.
No obstante, el neoliberalismo va mucho más allá que el liberalismo clásico y también es político. Este nuevo sistema económico se está implantando a escala mundial y necesita de flujos masivos de capital internacionalmente, teniendo más peso el capitalismo financiero frente al productivo que se concentra mayormente en países del llamado “Tercer Mundo”, frente a la economía nacional y más proteccionista del liberalismo clásico. También, el capitalismo va teniendo cada vez más a los monopolios ya que la diferencia de las empresas se hace cada vez mayor y la competencia más desigual. Los Estados modernos deben ser gobiernos títeres que tengan el papel del control social mientras favorece a los grandes banqueros, inversores y empresarios.
Mientras que en el liberalismo los Estados-nación tenían cierto poder sobre la economía, en el neoliberalismo los Estados son superados por las multinacionales y el desmantelamiento de derechos conquistados responde a la necesidad de aumentar el poder de las grandes fortunas y los monopolios, acentuando cada vez más la brecha entre ricos y pobres. Ello conlleva pues que el sistema represivo se fortalezca para contener la disidencia e incluso neutralizarla al absorberlos e invitarlos a las mesas de negociación. El Estado neoliberal puede también ser de dos tipos: dictadura al estilo Pinochet o democracia representativa tipo Thatcher, por poner un ejemplo, aunque también añadiría las actuales democracias modernas. La diferencia radica en los diferentes grados de dureza de la represión ejercida y las estrategias de control social utilizados, pero el trasfondo es el mismo.
Otro gran error es confundir el nazismo y el fascismo con el régimen de Stalin y la economía desarrollada por dichos regímenes. El fascismo en realidad es la herramienta utilizada por la burguesía conservadora en épocas de crisis y de gran crispación social. Pese a mostrarse anticaptalistas, lejos están de serlo. Los regímenes totalitarios fascistas buscan la autarquía, es decir, una economía nacional fuerte que dependa lo menos posible del comercio con el exterior. Así pues, clase trabajadora y patronal deben ir unidos para levantar la nación, producir para el beneficio de la patria y donde la intervención estatal en la economía básicamente es para adaptarla a producir material de guerra y controlar la disidencia obrera. Este modelo económico se le denomina capitalismo corporativo o corporativista.
En cambio, la URSS después de la centralización del poder de los soviets en uno solo (en el Soviet Supremo), instauránose la dictadura del proletariado, el socialismo real ha degenerado en un capitalismo de Estado. Se diferencia de los totalitarismos fascistas en que éstos han abolido la empresa privada, pasando a ser el Estado una única empresa que controla (monopoliza) todos los aspectos de la economía, siendo el propietario de todas las tierras y fábricas. El Estado pasa a ser quien decide sobre la producción, la colocación de la mano de obra, la distribución, etc. A parte, también el Estado adquiere una función represiva similar al fascista pero ya no por cuestiones raciales ni nacionalistas sino ideológica. Vemos pues una clara diferencia entre capitalismo de Estado y capitalismo corporativo.
No sería completo mi análisis si no tratara de la utopía capitalista mal -o falazmente- llamada “anarco”capitalismo. En realidad es simplemente «capitalismo sin Estado», «capitalismo anti-estatal» o similares. No debemos confundirlo con el liberalismo de Adam Smith ni con el neoliberalismo, pues el capitalismo anti-estatal propone la desaparición total del Estado, quedando sus funciones sustituidas completamente por empresas privadas y que el mercado sea completamente libre, frente al liberalismo clásico que quieren un Estado que garantice el derecho a la propiedad y los derechos de la ciudadanía (solo los propietarios en realidad) o el neoliberalismo que persigue un Estado títere represor. Esa utopía capitalista sí defiende las jerarquías en las empresas y sobre todo el mercado verdaderamente libre, sin traba alguna donde sean las leyes de la oferta y la demanda las que rijan su funcionamiento por encima de cualquier moral o ética.
Todos estos capitalismos tienen grandes diferencias. Sin embargo, podemos extraer un denominador común:
- La explotación asalariada, sea llevada a cabo por una empresa privada en el caso del liberalismo clásico, el neoliberalismo, el capitalismo corporativo y la utopía capitalista o por una empresa estatal o el Estado, en el caso del socialismo de Estado.
- El sistema bancario y el dinero, pilar fundamental del sistema capitalista indispensable para la emisión de moneda y el dinero para el intercambio de productos y servicios, que por ser acumulable, genera desigualdades. Sea la banca privada o nacionalizada, posee casi la misma función.
- La propiedad. Privada o estatal, queda en manos ajenas al trabajador, lo cual supone el despojo del fruto del trabajo y la venta de la fuerza de trabajo por parte de la clase obrera para poder subsistir, careciendo de poder de decisión sobre lo que produce.
- Y el punto más importante: la continua necesidad de explotar nuevos mercados. Esto quiere decir que el sistema capitalista solo se mantiene si consigue conquistar nuevos mercados creando a la vez nuevas necesidades. No siempre el ritmo de crecimiento coincide con el ritmo de conquista de nuevos mercados y muchas veces éstos mercados acaban saturándose provocando las crisis cíclicas. Ejemplos los tenemos en el siglo XIX con el imperialismo. La colonización de África, las Américas y Oceanía supuso un mercado enorme donde dar salida a los productos industriales y a la vez consiguir acceder a más recursos naturales. Por ello, tanto el liberalismo clásico como el neoliberalismo y el capitalismo corporativista tienden al imperialismo, es decir, a conquistar nuevos mercados para perpetuarse. En el caso del neoliberalismo, mediante la corrupción de los Estados objetivos y transformarlos en gobiernos títeres en favor de las grandes multinacionales y otros gobiernos neoliberales (ejemplo: la Alemania de Merkel); mientras que los fascismos utilizan la economía de guerra y la guerra abierta para su expansión (ejemplo: la Alemania de Hitler). No obstante, el capitalismo de Estado no pudo salir de su crisis y colapsó porque sus mercados saturados impedían que se dinamizara la economía, que unido a la negación de conquista de nuevos mercados, terminó por colapsar y regresar de nuevo al capitalismo de libre empresa.
A partir de este análisis extraemos la conclusión que la verdadera alternativa al capitalismo es la abolición del trabajo asalariado, del sistema bancario, del dinero, de cualquier tipo de gobierno que protege los intereses del Capital y de la propiedad privada y estatal. Nosotros proponemos que la propiedad sea colectiva y las relaciones de producción sean en base a la máxima de “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad” (Kropotkin), siendo los medios de producción puestos bajo control obrero y sean quienes decidan sobre la producción. Que la autoridad del Estado sea abolida por considerarla innecesaria y que si no se erradicara, terminaría por restaurar la propiedad individual y la desigualdad social.