viernes, 8 de agosto de 2014

De cómo llegué a ser ateo.

En una entrada, un comentarista, Alejandro, me preguntó cómo he acabado siendo ateo y materialista. Le respondí que le contestaría con una entrada, y de eso tratará ésta.

¿Cómo he llegado a ser ateo y terrenal?

Antes de nada, decir que no he pasado la mayor parte de mi vida siéndolo. No he nacido en una familia atea, en la cual no me han bautizado, etc, etc. Para nada. Yo estoy  bautizado, hice la comunión e incluso a mis 18 años llegué a confirmarme.

Podría decirse que mi transición hasta el ateísmo pasó por varias fases.

Bien. Mi familia es tradicional católica; apoyan la monarquía; son más bien de derechas; etc. Así que, como es de esperar, he pasado la mayor parte de mi vida creyendo en el dios cristiano y en Jesús Cristo; pensando que el Papa era la autoridad suprema a obedecer; y la primera vez que pude ir a votar (elecciones autonómicas), voté, aunque no lo creáis, al PP, con Esperanza Aguirre a la cabeza.

Cualquiera que lleve tiempo leyéndome, seguro que no me cree... jaja.

El caso es que mi transición, que duró años, comenzó en 2º de la ESO. En la asignatura de Ciencias Naturales aprendí lo que era el método científico, el cual procuro seguir, desde entonces, a raja tabla. Aprendí, y comprendí, que no se pueden afirmar cosas sin demostrar, por lo que ese fue el primer factor que me llevó a tener un espíritu crítico, a dudar, a veces, incluso de lo que me explicaban los profesores y las profesoras, tratando de comprobar lo que podía por mí mismo, o de consultar otras fuentes.

De este modo llegué a la idea de que el mejor modo de saber lo que Dios y Jesús decían, no era creyendo lo que me contaba el cura en la misa, sino leyendo la Biblia.

Así pues, la leí. Y me topé con muchas contradicciones, y con cosas que me gustaron y que me disgustaron. Por aquel entonces, la lectura de la Biblia y el aprendizaje del método científico no fueron suficientes como para llevarme al ateísmo. Pensaba que el libro sagrado para las cristianas y los cristianos era la prueba de la existencia de Dios, así que acabé cogiendo lo que me gustaba y desterrando lo que me disgustaba, de tal manera que empecé a adentrarme en el socialismo, el amor al prójimo aunque tuviese otra orientación sexual, etc.

A partir de este momento empecé a criticar a la Iglesia Católica, al Vaticano y la jerarquía eclesiástica y a toda persona que se auto-definiese como cristiana pero tuviese mucho dinero y le importase lo más mínimo el sufrimiento ajeno.

Un año después, al curso siguiente, no sabiendo cómo definirme, ya que sabía que era cristiano, pero en absoluto católico, conocí a un profesor de religión (yo era el único que iba a esa asignatura aquel año) que me enseñó el Protestantismo, el Islam, el Judaísmo, el Hinduismo y el Budismo.

Entonces empecé a definirme protestante; a marcar las bases de mi propia religión y a realizar una crítica aún mayor a la Iglesia; no solo de la Católica, sino a cualquiera, porque ninguna cumplía con lo que predicaba.

Con esa postura, me mantuve hasta 2º de Bachillerato. Ese año cursé dos asignaturas (Filosofía y Psicología) con una profesora atea y de izquierdas que me marcó la vida; y que me llevó a dudar de la existencia de Dios. Seguía creyendo, pero aceptaba la posibilidad de que no existiese, ya que no había pruebas de su existencia. Y sabía que esa creencia estaba mal: si no tenía pruebas, ¿cómo podía creer? Sabía que no debía hacerlo; pero tantos años de condicionamiento católico no iban a borrarse de un día para otro.

Al año siguiente, ya en la Universidad, a raíz de la asignatura de Filosofía de la Educación, comencé a estudiar a diversos autores y diversas autoras. Fue así como conocí qué era el anarquismo. Y me hice anarco-crisitano.

Pensaba que no debía haber autoridad en el mundo porque solo Dios podía dictar normas y mandar al ser humano. Pensaba que debíamos amarnos mutuamente, respetarnos y dejarnos vivir libremente y en igualdad para ser buenas criaturas del Señor.

Al año siguiente, no sé cómo, empecé por primera vez en mi vida a negar rotundamente la existencia de Dios. Creo que la razón principal fue que conocí gracias al blog Basta de sexismo qué es el sistema pratriarcal, y ver esto fue el detonante para decirme: "Dios no puede existir, porque no puede ser que un ser superior que dice ser bueno, sea tan bestia con las mujeres".

Con este blog comencé a declararme feminista.

Y, como ya no creía en Dios, y no tenía razón alguna para justificar que no hubiese gobernantes y el pueblo llevase sus propias riendas, me pasé al comunismo.

Pero no me duró más que un año. Comprendí que ningún partido político va a traer nada bueno; que la subordinación no es buena (ni siquiera a un dios o una diosa); que el dinero es la condena del ser humano; que solo con la libertad y la igualdad podemos llegar a construir un mundo más justo; y que el anarquismo era la postura que solventaba los fallos del comunismo y del liberalismo económico al mismo tiempo.

Y tras todo esto es como he llegado a ser ateo, anarquista y feminista.