viernes, 24 de agosto de 2012

Por sí misma, la vida no tiene sentido.

Hay quienes piensan que la vida tiene un sentido. 

Hay quienes piensan que un dios, una diosa o un conjunto de dioses y diosas nos crearon para seguir sus propósitos; o que nuestra existencia surgió por un destino que llegará a alcanzar un fin que no conocemos; o que una inteligencia superior nos colocó en este mundo para agradarle y adorarle; o que nacemos para perpetuar el código genético de nuestro padre y nuestra madre, etc.

Mas, para mí, nihilista que soy, niego todo sentido de la vida. Para mí no tiene ningún sentido, ni dado por un ser supremo, ni por sí misma.

Nuestra existencia no fue planificada. No aconteció por ninguna divinidad que nos trajo al mundo; no vinimos para servir ni adorar a nadie; no nos crearon; no somos fruto de ningún plan.

Somos... mera casualidad. Ca-sua-li-dad.

Del mismo modo que existimos, podríamos no haberlo hecho.

Podríamos no haber existido de haber caído un meteorito en la Tierra que la hubiese destruido por completo. Podríamos no haber sugido nunca de no haber evolucionado el ser humano. Podría haber muerto la humanidad en la lucha por la supervivencia y ahora no estaríamos aquí. Podríamos extinguirnos mañana y nadie lloraría nuestra ausencia. E incluso en el momento de nuestra muerte, puede alguien acordarse de nosotros/as, pero el mundo seguirá girando y además ese recuerdo algún día cesará.

Somos tanta casualidad, que no somos ni siquiera el fruto de la planificación de nuestro padre y nuestra madre por tenernos, pues en nuestro lugar podría haber nacido otra persona de haber tenido lugar la unión de otros gametos diferentes a los que dieron lugar a nuestra existencia.

Entonces, ¿para qué sirve la vida? Para nada.

¡Y ojo! Con esto no quiero decir que por el hecho de que no tenga sentido, la vida sea una basura que se pueda usar y tirar como si nada. No estoy diciendo que el asesinato ha de estar permitido, ni que debe tratarse mal a las personas. El hecho de que la vida por sí misma no tenga sentido, no significa que no sea importante.

¿Y qué hacemos entonces, si ésta no tiene sentido? Sencillo: Dejar de buscar el sentido a la vida y comenzar a buscar el sentido de nuestra vida.

Como la vida no tiene sentido por sí misma, tendremos que buscarle nosotros y nosotras un sentido a nuestra propia vida, pues aunque ésta sea pura causalidad, lo cierto es que nos toca vivirla.

Qué hacer con nuestra vida, cómo encaminarla, darle un sentido, es algo que sólo podemos hacerlo nosotros/as mismos/as. Podemos ayudarnos mediante lecturas, con las palabras de los seres queridos... pero el resultado final, lo que hagamos, debe ser nuestro y decidido por nosotros/as.

Y el qué hacemos con nuestra vida conlleva pensar unas cosas y no otras, tomar una serie de decisiones, actuar... Por lo tanto, sobretodo, tenemos que darnos cuenta de que nuestra vida siempre influirá en la vida de otras personas y que no puede hacerse cualquier cosa por que sí. El sentido que le demos, lo que hagamos, ha de estar siempre dentro de un marco ético que respete el ser, la libertad y la vida del resto de personas que nos rodean, y también de las personas futuras que vivirán en nuestro mundo.

Y es que, al fin y al cabo, como dijo el poeta Antonio Machado: 

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más.

Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás,
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino
sino estelas en la mar.

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