Sorprendentemente, el partido político Podemos, cuyo representante es Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, ha logrado, en solo 4 meses, 5 escaños en las Elecciones al Parlamento Europeo 2014.
La gente tiene confianza, con este logro, de que algo va a cambiar en España.
Y sí, algo va a cambiar: la confianza.
Tras estas elecciones, he notado algo a mi alrededor: la gente tiene esperanza, vuelve a unirse contra el poder y tiene más ganas que nunca de echarse contra políticos, los bancos y las grandes empresas.
El pueblo del Estado español está cansado de tanto recorte, de tanto pitorreo, de que se le acuse de su desgracia y de ver cómo la clase alta se enriquece cada vez más a su costa.
La ciudadanía tiene la sensación de que podemos hacer algo contra la corrupción, la explotación y la desigualdad.
Pero, aunque no pretendo restarle importancia al asunto, es eso lo único que ha cambiado y cambiará: la esperanza.
Como se dice en la primera parte de la trilogía Los juegos del hambre:
"Una poca esperanza, es efectiva; mucha esperanza, es peligrosa".
Y es cierto. Los gobiernos siempre tratan de meter un poco de esperanza a la gente para que se quede parada. Por eso tratan de hacernos creer que si obedecemos y nos apretamos el cinturón, saldremos de la crisis. Por ello pretenden hacernos pensar que como ha bajado algo el paro, empezaremos a vivir bien. Por este motivo evitan hacernos ver que aún persisten los desahucios y los suicidios, y tratan de hacer que nos fijemos solo en la prima de riesgo y otras historias.
Con un poco de esperanza, el pueblo no hace nada.
Sin embargo, con el batacazo del bipartidismo y viendo la ciudadanía que hay un fuerte bloque comunista, formado por Izquierda Unida y por Podemos que puede llegar a cambiar las cosas, el nivel de esperanza de la gente ha elevado.
Y por ello hay gente de arriba que tiene miedo.
Pero, por supuesto, no son los y las que más arriba quienes tienen este miedo. ¿Por qué? Porque ni Podemos, ni Izquierda Unida, ni nadie en el mundo, les hará caer.
Y es que Pablo Iglesias hace mucha alusión a "banqueros corruptos", a "la hegemonía de la casta política", etc, dándonos a entender que el problema está en quienes manejan esos bancos y en ese tipo de políticos. Lo que Pablo Iglesias pretende decirnos es que podría haber bancos que hagan bien su trabajo y partidos políticos que no se dejen llevar por la corrupción, como el suyo, por ejemplo.
Y puede que tenga razón; no lo niego. Opino que hay personas en quienes se puede confiar y que tienen las ideas lo suficientemente claras como para hacer, efectivamente, bien las cosas y traer un cambio en favor del pueblo.
Pero lo que Pablo Iglesias no ve es que el problema real no está en quién gobierna, ni en quién lleva tal o cual banco, o en que los mercados solo busquen su propio beneficio. El problema no está en quién juega el partido. El problema está en el juego en sí mismo.
Mientras haya mercados, habrá gente con más dinero y con menos dinero, y además habrá competitividad; y la competitividad solo puede llevar a buscar pisotear al resto. Podemos hacerlo limpia o injustamente, cierto. Pero habrá competitividad, al fin y al cabo.
Y, desde luego, el problema no está en el control o descontrol de los bancos, ni en quién lleva el banco. El problema está en la existencia del banco. ¿Uno nacional que busque el bienestar de la patria? Sí, desde luego es mejor que una multitud de bancos privados que solo jueguen en su favor. Pero, ¿a quiénes y bajo qué condiciones dará créditos ese banco nacionalizado? ¿Se buscará con el banco la equidad entre todas las personas o solo la igualdad de oportunidades, manteniendo con ello las desigualdades? Y, aunque solventemos el capitalismo dentro del país... ¿cómo solventar el capitalismo entre naciones?
En cuanto al tema de "los malos políticos y los buenos políticos"... ¿Quién asegura que eso durará de por vida?
Mientras el sistema electoral democrático exista, sin haber un cambio de valores y permaneciendo el capitalismo (aunque sea del privado al de Estado, ya que aunque Pablo Iglesias nos traiga el comunismo, él, como político, controlará el capital y lo invertirá como él desee, lo cual implica un capitalismo de Estado), no olvidemos que siempre habrá quienes estén en contra de ello y traten de recuperar el poder.
Y entonces... si la derecha vuelve a ganar, lo desmontará todo.
Quizá el pueblo tome conciencia y la derecha no vuelva a levantar cabeza. Quizá no, y el único modo de mantener el logro conseguido sea a través de una Dictadura del proletariado. O tal vez simplemente los y las comunistas no sean capaces de hacer frente a la brecha existente entre la política idealista y la política real (recordemos que habrá cosas que no podrán hacerse por la resistencia ejercida por parte de quienes ya controlan el capital), con lo cual la gente perderá la confianza; y en caso de no perderla y seguir esperando a que eso cambie, hasta que llegue el cambio, seguirá habiendo injusticias.
Dudo que Podemos vaya a traer algún cambio. No creo que usar los mecanismos por los cuales la burguesía se ha mantenido en el poder vaya a cambiar algo.
Pero sí me da esperanza. Esperanza de que el pueblo confíe en que otro modelo social, comunista, sea posible. Confianza en que la gente decida unirse contra el poder y prefiera tomar conciencia y hacer la lucha antes que quedarse en casa, resignándose.
Y esperanza; mucha esperanza, en que ese gobierno idílico decida no ejercer la represión contra los y las anarquistas, y podamos agruparnos libremente para montar desde abajo otro tipo de sociedad, y que entonces podamos dar ejemplo y mostremos a la sociedad que alcanzar la libertad y la equidad fuera de la democracia y rechazando el poder, es posible.
Tal vez venga algún compañero o alguna compañera a decirme que eso es una estupidez.
Pero como siempre me ha enseñado mi compañera: la anarquía solo puede construirse desde la confianza.
Confiemos en que, si bien tal vez no llegue a cambiar todo un gobierno izquierdista, al menos sí nos permita tener las herramientas que nos lleven al cambio, como la posibilidad de impulsar una pedagogía libertaria que transforme las mentes de las nuevas generaciones hacia la autonomía y la reflexión, y una sanidad al alcance de todos y todas para no morir mientras luchamos.
Al fin y al cabo, aunque pensemos que no siguen el camino correcto, sí tienen nuestra misma meta: acabar con la división de clases sociales y el capitalismo.
Es cierto que con el comunismo luego perdurará el capitalismo de Estado y la división entre gobernantes y el pueblo gobernado.
Pero al menos sí nos hará el trabajo más fácil.
Todo el mundo puede saber quién dice representar, aunque al final no sea así, la voluntad del pueblo. Sin embargo, ahora mismo nadie conoce el nombre de todos los reyes y todas las reinas que hay sobre el tablero de la actual partida que se está jugando.